Busco la manera de expresarme, espero que esto sirva. Encuentro mi lugar en el mundo con el simple hecho de abrir un libro.


28 de septiembre de 2014

¿YO SOY YO?

Me fui, volví, enloquecí, me curé y volví a irme; todo en tan poco tiempo que no hubo manera de asimilarlo.
Todavía no tenía un pie en la calle y ya estaba girando para volver a entrar, no me habían puesto la camisa de fuerza y ya había recobrado la cordura. Estaba volviendo a entrar y de nuevo quise escapar. Siempre así, dejándome llevar por brisas momentáneas, pero esta vez algo había cambiado, la brisa no era una brisa momentánea sino un tornado que traía consigo miles de cambios.
De repente mis manos ya no eran mis manos, mi pelo no era mi pelo, mis piernas no eran las mismas; corro a un espejo y no me veo, no hay reflejo, corro a otro espejo y ahí sí, me vi, estaba mi cara reflejada, pero no era ya mi cara, era otra cara, una cara diferente, con otros ojos, otra nariz, otra boca, otra lengua, otra palabra.
Quise recitar de memoria esos versos que siempre pude recitar y descubrí que mi memoria ya no era mi memoria, era la memoria del alguien más.
¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué me estaba pasando?
Ante tantas diferencias en mi propio cuerpo y mi cabeza, quise apelar a lo más auténtico que siempre había tenido; mi corazón.
Y sí, allí estaba, ese último recuerdo antes del torbellino que había acabado con mi cuerpo y mi cabeza, esa última sonrisa, ese último suspiro, esa última caricia, ese último abrazo y esas últimas palabras, esas pocas sílabas que pronunciaste y que fueron como una bomba en el centro de mi alma.
Estalló.
Estallé.
Silencio, oscuridad, lo sentí como un sueño eterno, y al despertar... Yo ya no existía, yo ya no era yo.
Había alguien más ocupando mi cuerpo, mejor dicho, yo estaba ocupando el cuerpo de alguien más, no me reconocía, no me hallaba, no había rastros de la mujer que había allí hacía horas nada más.
 
¿Dónde estoy?
¿Quién soy?
¿Cómo llegué hasta acá?
 
Era imposible responder esas cosas. Primero porque nunca me había ido, yo seguía ahí, era consciente de estar ahí, yo estaba, yo era. El problema radicaba en el lugar en el que estaba, vaya problema ¿cómo encontrarme si ni siquiera sé en dónde estoy parada? Y para peor ¿cómo puedo saber quién soy si ni siquiera soy capaz de saber en dónde estoy?
 
Tres preguntas, ninguna respuesta, las matemáticas no son mi fuerte pero sabía que algo estaba mal en esa ecuación. Tenía que hallar respuestas y obviamente ellas estaban en el corazón, lo único mío que había encontrado dentro de esa extraña que era, pero no era, yo.
Decidí salir de enfrente del espejo, había pasado ya una hora desde que me había levantado y todo lo que había hecho era mirar a esa extraña en el espejo del baño. Comprendí que inútilmente buscaba respuestas en mi exterior cuando habían estado en mi interior todo el tiempo.
 
Corrí desesperada a la calle. Necesitaba pensar, encontrarme, recordar, volver a ser yo. Y dentro de mi casa (¿era mi casa esa? no me había fijado) no podía pensar.
Intuitivamente, luego de correr durante 5 minutos, doblé a la izquierda, ¿a dónde estaba yendo?
Ese no era mi barrio, no eran mis vecinos, no conocía a nadie, pero sin embargo la gente me saludaba, como si yo no fuera una extraña para ellos, sino solo para mí.
Luego de cansarme de correr, empecé simplemente a caminar, cada vez mas despacio hasta el punto de casi detenerme. En el segundo en el que me detuve completamente, una mano se apoyó en mi hombro.
No giré, no quise ver la cara que era dueña de esa mano, con ver la mano ya me alcanzaba para saber quién era.
Eras vos. Era tu mano, tu cuerpo, tu pelo, tus piernas, tu cara.
No sé cuánto tiempo habremos estado así, yo parada, sin moverme, apenas respirando, y vos con tu mano apoyada en mi hombro, sin hablar, sin moverte, solo respirando muy lentamente.
Sabía que eras vos, no quise darme vuelta, no quise enfrentarte, lo último que había sabido de vos era lo de anoche, eran tus palabras, que me habían convertido en esto que soy y no soy ahora.
¿Te acordás lo de anoche? ¿Necesitás repetirlo? ¿Para qué volviste?
Pero vos no respondés, parece que lo único que cambió anoche no fui yo, vos no tenés voz, no tenés corazón, te está faltando el alma.
 
¿Acaso los perdiste anoche cuando yo perdí mi cuerpo?
¿Habrá alguien completo con las partes que nos están faltando?
 
Sí.
Y no.
 
Yo tengo las partes que a vos te faltan, yo tengo tu voz, tu corazón. Vos tenés mi cara, mi cuerpo,mis piernas, mi cabeza.
 
¿Cómo hago para volver a ser una?
 
Anoche me dividí, sola, simplemente pronunciando unas terribles palabras, un típico ritual de mujer que llega malhumorada a su casa, se desnuda, se está yendo a bañar, se mira al espejo y se dice "estoy cansada de ser como soy, me cansé de mí misma".
Así inicié mi propio torbellino, mi propia tormenta, mi división, mi perdición, mi caos.
11 palabras que destruyeron mi esencia.
 
Decidimos, juntas, volver a mi casa. Ahora estaba segura, era mi casa, y yo era yo, pero no era, estaba incompleta, me faltaba yo misma.
No nos tocamos en horas, no hablé, no hiciste gestos, no hicimos nada, solo nos mirábamos, nos inspeccionábamos, nos reconocíamos.
Éramos yo.
Vos eras vos, pero eras yo. Yo era yo, pero era vos.
 
¿Por qué me había maldecido a mí misma?
¿Para qué había pronunciado esas horribles palabras?
 
Otra vez estoy (¿estamos?) llena (¿llenas?) de preguntas.
 

Tras horas de permanecer inmutables, decidimos tocarnos, juntamos nuestras palmas, entrelazamos los dedos, nuestros codos se funden, se hacen uno, plop, ahí está, ese es mi brazo, lo reconozco, plop, mi pierna, plop, plop, y más plop. Nos vamos juntando, tocando y uniéndonos, volvemos a ser yo, vuelvo a ser yo.

 

Transcurre media hora entre plops eternos que significan, nada más y nada menos, que mi renacimiento. Esta vez soy yo de nuevo, y soy consciente de ser yo, no quiero ser nadie más que yo. Me había extrañado, me hacía falta, me necesitaba.
 
Decido acostarme a dormir una pequeña siesta antes de retomar mi rutina habitual.
Me saco mi ropa, me pongo mi pijama, me acuesto en mi cama, pongo mi cabeza en mi almohada y mientras voy cayendo en un profundo sueño me repito a mí misma cual mantra:
 
"Amo ser como soy, no querría ser nadie más, puedo prescindir de todo el mundo menos de mí misma, amo ser como soy, no querría ser nadie más, puedo prescindir de todo el mundo menos de mí misma, amo ser como soy, no querría ser nadie más, puedo prescindir de todo el mundo menos de mí misma, amo ser como soy, no querría ser nadie más, puedo prescindir de todo el mundo menos de mí misma, amo ser como soy, no querría ser nadie más, puedo prescindir de todo el mundo menos de mí misma, amo ser como soy, no querría ser nadie más, puedo prescindir de todo el mundo menos de mí misma, amo ser como soy, no querría ser nadie más, puedo prescindir de todo el mundo menos de mí misma, amo ser como soy, no querría ser nadie más, puedo prescindir de todo el mundo menos de mí misma, amo ser como soy, no querría ser nadie más, puedo..."