Busco la manera de expresarme, espero que esto sirva. Encuentro mi lugar en el mundo con el simple hecho de abrir un libro.


12 de enero de 2016

ESO TIENE QUE ESTAR CLARO

Busco encontrarte en cada sitio al que voy, ver tus ojos, tus manos, tu boca que tantas sonrisas me regaló y tantas noches me salvó. Pero sólo quedan cenizas.
¿Qué nos pasó? ¿En qué momento nos convertimos en esto?
Pasamos de ser dos a ser uno y uno, no es lo mismo, no se siente igual.
Siempre pensé que era imposible amar a alguien más de lo que se debe amarse a sí mismo, me equivoqué. 
Te amé más de lo que me amaba. 
Te amé más de lo que vos me amabas.
Ese fue el gran error. Dar el todo por la nada.

Entonces decidí dejar de dar; entonces te diste cuenta de cómo poco a poco fuiste perdiéndome, 
sin importarte.

Ahora que me perdiste del todo, es que te das cuenta de lo poco que luchaste por retenerme, por retenernos.
No te imaginás la cantidad de veces que, teniéndote a mi lado durmiendo, lloré, sintiendo que estabas conmigo por comodidad. 
Tenía razón, eso es lo que más me duele. 
Saber que todo el tiempo tuve razón. 
Nunca me quisiste, no sabés querer, apenas te querés a vos mismo, y ese es todo el amor que tenés para dar.
No me alcanzó, y tampoco necesitaste que me alcanzara.
Yo te amaba, vos te amabas, ese amor te bastaba, ese amor egoísta te colmaba.
¿A quién le importaba qué era lo que yo necesitaba?
A nadie. Ni siquiera a mí.

Hoy me hago cargo de la culpa, no tendría que haberte amado tanto, tendría que haberme amado, y al amarme, haber notado que no me amabas, pero estaba ciega.
Al abrir los ojos, lo peor no fue darme cuenta de esta realidad, y menos que menos, decirte todo lo que había estado pensando; lo peor fue darme cuenta que a pesar de todo, por más que quiera amarme antes que amarte, no puedo.

Nunca voy a poder.

Amarte me completa, me da la felicidad que necesito y la paz que siempre quise. Al menos, así era hasta que tu inexistente amor hacia mí se hizo evidente.

Ahora solo queda un hueco, que costará llenar.

Habrá otros, que me amen de verdad.

Pero jamás voy a ser capaz de amar a alguien como te amé a vos. 

Eso tiene que estar claro.

Y el día que aprendas a amar, a ver más allá de tu ombligo, quizás esté esperándote en nuestro bar, sentada en el mismo lugar de siempre, con la botella de tequila vacía.

O quizás esté en tu sombra, persiguiéndote, y recordándote, que nadie te va a amar como yo te amé.