INFINITO

Colores y brillos, arco iris de esperanza.

Sombras que persiguen la luz que irradiás,

fantasmas del pasado con envidia del amor.

Se te acaba el cigarrillo, empezás a impacientarte.

Lo único igual de adictivo son los besos,

los besos de esa mujer que amás.

Pero ella está lejos, 

ocupada en su propia adicción,

la escritura.

Está en silencio, 

escribiendo, 

pero pensándote a gritos.

Extrañándote, 

reclamando esos abrazos prometidos.

Es un amor que cada día crece, 

más y más. 

Horas interminables de pensarse mutuamente,

de hablarse a cada instante, 

de extrañarse,

de necesitarse, 

de no tener manera de expresar tanto amor a través de la palabra.

Tan poco tiempo y ya es tu todo.

Tan poco tiempo y sos su vida entera.

Ella trata de escribir lo que siempre suele escribir,

la poesía dramática, 

triste, 

lúgubre que tan fácil le sale,

pero no puede,

porque tu recuerdo ocupa su mente,

y sólo escribe cosas de amor.

Se desconoce,

ni ella sabía que tenía esa parte tierna que suele mostrarte.

Pero cualquiera que leyera lo que vos escribís,

sabría el porqué te ama y piensa tanto.

Son perfectos juntos, cualquiera que los viera lo sabría.

Pero ella, 

a cada palabra que escribe, 

sabe que esa felicidad que tanto la llena en este momento tiene su lado triste,

esa distancia, tan corta y tan larga a la vez,

que impide que sus miradas se crucen,

que sus silencios hablen por ellos,

que sus bocas se toquen.

Ambos anhelando el momento del encuentro,

ambos ocultando su tristeza cada vez que se hablan,

haciendo de cuenta que la distancia no impide nada,

sabiendo que se mienten,

que lo único que quieren es llegar a ese momento,

donde sobren las palabras,

y sus ojos se digan todo,

donde los silencios griten tanto que los dejen sordos,

donde no haya nada ni nadie que los separe nunca,

donde ese beso los una para siempre,

y sea eterno,

y así su amor sea infinito.