Busco la manera de expresarme, espero que esto sirva. Encuentro mi lugar en el mundo con el simple hecho de abrir un libro.


29 de noviembre de 2015

EGO LASTIMADO

Desde chiquita intenta volar (cerrando los ojos y estirando las manos) pero nunca puede elevarse, sus pies no dejan la tierra. 
Luego se cansa de estirar sus manos y ponerse en puntitas de pie sin lograr resultados, y se sube al árbol que tiene más cerca, se sienta en la rama más alta que encuentra y deja sus pies colgando.
Es lo más cerca de volar que está, es lo más lejos del suelo que llega.
Mientras "vuela", a su manera, piensa en todas las cosas que salieron mal en su vida, no sabe porqué, pero siente que su catarsis es pensarlas una y otra vez, y jugar al "que hubiera pasado si...".
Siempre llega a la misma conclusión; se siente tonta, siente que tomó malas decisiones, y se queda conforme sintiéndose inútil. Y eso es lo que más rabia le da, su conformismo a su inutilidad.

Hace ya veinticinco años que vive así, de torpeza en torpeza, culpando a su inutilidad de todos sus errores y desaciertos, sin tratar de encontrar el verdadero foco del problema.

Cierta tarde de abril, mientras vuela y recuerda su última relación fallida, nota que esta vez, el juego que tanto le divertía, ya no la divierte, al contrario, la angustia. El pensar en su inutilidad y su mala elección, hacen que rompa en un llanto desconsolado y se caiga del árbol.

Ahora, no solo tenía un tobillo roto, sino que tenía la cabeza hecha un desastre, ¿por qué ya no la divertía su juego? 

Pasó noches y noches en reposo, sin poder volar, y sin poder pensar en otra cosa que no fuera su última mala decisión. Llegó a la conclusión de que esta vez, no había sido culpa suya, sino de su pareja, bueno, ex pareja. Sacó su rabia, le mando mensajes, lo llamó, le dijo toda la gama de insultos que se le cruzaron por la cabeza y algunos más. 
Esta vez, no había sido culpa de su inutilidad y eso le carcomía el alma. 
Si el error era suyo, podía remediarlo, y cuando no quería remediarlo era porque estaba feliz con su error, pero esta vez, la felicidad se le iba de las manos por elección ajena... 
¿Cómo se hace cuando te arrebatan la felicidad? 
¿Cómo se sale adelante?

Se dio cuenta que no solo tenía el tobillo roto, sino que también le dolía el ego. 
¿Cómo se cura el dolor del ego? 
¿Con ibuprofeno cada 8 horas y hielo deja de doler? 

Después de tres semanas de reposo decidió volver a volar, no tenía el apto médico pero no le interesaba, ella sabía que la cura a todos sus males era tener sus pies colgando sin tocar el suelo.
Con más dificultad que otra cosa logra subir a la rama más baja, no es a la que prefería subir, pero no tiene otra opción ya que su tobillo poco apoyo le proporciona.
Una vez volando, vuelve a pensar en los errores recientes, pero nada encuentra lugar en su mente, que está completamente ocupada en buscar una solución para el dolor del ego. 
Decide tomar la salida rápida, la fácil, y se dice a sí misma en voz alta "un clavo saca a otro clavo, y si no lo saca, lo entierra, todo sirve".
Habiendo encontrado la solución que ella cree certera, deja de volar y va a cenar, decidida a llamar a sus amigas y salir esa noche en busca del clavo que pueda ayudarla a sanar su ego.

Después de muchas copas (mezcladas con ibuprofeno), parte hacia un boliche cerca de Palermo que abre sus puertas para re inaugurar una pista. Pasa horas bailando y tomando, hasta que siente una mano en su cintura y una voz fuerte y grave en su oído que le dice "sé qué estás haciendo acá, conozco esa mirada, me presto para el juego, soy Marcos", estupefacta, se da vuelta para verle la cara a "Marcos"

Un morocho de barba se hace presente ante sus ojos, con una sonrisa hermosa, dispuesto a ser ese clavo que ella con sus ojos imploraba que apareciera entre la muchedumbre.
Charlan mientras siguen tomando alcohol, mucho alcohol.
Cuando los pajaritos empiezan a piar, decide volver a su casa a dormir, su tobillo le rogaba pronto descanso, y aunque la conversación con Marcos era entretenida, no bastaba para mantenerla del todo despierta. Se pasan sus números de celular, ambos esperando un segundo encuentro, más a solas y con menos ruido.

Una semana después del encuentro en el boliche, Marcos decide mandarle un whatsapp y quedan en verse en el departamento de él esa misma noche, para cenar juntos y charlar.

Al llegar, la primera impresión que ella tiene de Marcos es otra, ya no es el morocho de barba y camisa que en el boliche le había hablado al oído, sino que con una remera, unos cortos de fútbol, descalzo y con el pelo mojado, se vuelve más humano. 
Al entrar al departamento, nota que está todo ordenado prolijamente, y que el ambiente está repleto de un olor a comida casera que ella no logra descifrar y un solo pensamiento invade su mente "y si en vez de encontrar un clavo, encontré algo más?".
Después de cenar y charlar, deciden ver una película... No hace falta aclarar que poco importó la película una vez que se miraron a los ojos y se besaron.

En ese instante, ella descubrió cuál era la cura para el ego lastimado; no era sacar un clavo con otro, era enamorarse. 
Y en ese beso ella aprendió, por fin, a volar.

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